Derecho a soñar

Últimamente ha sonado por Internet, especialmente por las redes sociales, en estos tiempos tristes y grises de crisis y recortes, aquella propuesta del Derecho a soñar (o de soñar) de la que hablaba Eduardo Galeano como uno de los derechos incuestionables, aunque no aparezca recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos

No he podido menos que acordarme de aquellas cartas a los Reyes Magos –Papá Noel aún no había llegado por estos lares- que escribía en mi infancia. Hace muchos años que, como es lógico, dejé de enviarlas, pasando al testigo a mi hijo y a otros niños y otras niñas que siguen soñando cada Navidad.


Pero lo que sí es cierto que nunca perdemos el derecho a soñar, ni cuando llega la edad adulta ni aunque superemos los 80 o 100 años. Y también, que el derecho a soñar es tanto de quienes, al menos de momento, tenemos trabajo y salud, y de quienes ahora mismo están pasando penalidades a diario por culpa de la dichosa crisis, el paro y la pobreza.

Igualmente, el derecho a soñar es de quienes viven en países aún menos favorecidos que el nuestro y cuyos sufrimientos son indescriptibles: hambre y desnutrición, innumerables enfermedades, falta de acceso a la salud y a la educación básicas, explotación laboral y sexual, violencia y un largo etcétera.

Por todo ello, he decidido que este año voy a escribir de nuevo una carta a los Magos de Oriente reivindicando para todos el derecho a soñar por un mundo más justo, más solidario y más sostenible. Al menos, para ir empezando el 2012 con un poco más de esperanza. Mejor todavía, voy a hacer una lista para que no se olviden de ninguna de las solicitudes (o sueños).


Primero, que desde nuestros gobernantes –mundiales, europeos, nacionales, autonómicos y locales- hasta el último ciudadano de a pie, pasando por las empresas grandes y pequeñas y otras entidades, nos pongamos de una vez todos a trabajar juntos para superar esta crisis, dejando de lado egoísmos, individualismos, prejuicios y sectarismos. Segundo, que en vez de tirarnos de los pelos y echarnos las culpas unos a otros, empecemos a crear empleo ya, con propuestas innovadoras, alternativas e imaginativas, que seguro que las hay.


Tercero, que no pongamos la crisis como excusa para recortar derechos que tanto ha costado lograr, y menos cuando se trata de los colectivos más vulnerables; meter la tijera en derechos y ayudas a personas dependientes, discapacitadas y en situación de pobreza extrema, entre otros colectivos, es un paso atrás en una sociedad que se llame a sí misma “desarrollada”.




Lo mismo en el caso de las ayudas para las asociaciones y ONG que están dando servicios que deberían ser prestados por las propias Administraciones...

Cuarto, que tampoco utilicemos la crisis como coartada para cargarnos la ayuda para la cooperación al desarrollo (AOD) con los países del Sur. Aún no habíamos llegado ni al 0,7% del PIB y los actuales recortes son otro paso atrás vergonzante.


Quinto, que nos paremos todos a reflexionar un poquito sobre los mensajes que estamos transmitiendo ahora mismo a toda la sociedad, incluidas las generaciones más jóvenes: desesperanza, desilusión, pesimismo, conformismo, egoísmo, individualismo, falta de amplitud de miras, desconfianza, derrotismo, falta de imaginación y de creatividad, números en vez de personas...


Y para terminar y no alargar la carta hasta el infinito, en sexto lugar, pido, o mejor dicho, sueño, con que vamos a ser capaces de apelar a lo
mejor del alma humana para construir un mundo más justo y solidario, libre de violencias y de abusos, en el que la economía esté al servicio del ser humano y no al revés y donde cada persona tenga la oportunidad de ejercer su derecho a una vida digna en todos los sentidos.


Por cierto. Por favor, no me digan que todo esto son “utopías imposibles”. No hay mayor excusa existencial que pensar o defender que no hay utopías posibles para así no tener que hacer el menor esfuerzo en intentar alcanzarlas.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Merece la pena luchar, y este medio es uno más con los que podemos hacerlo. Ánimo Mª Jesús y gracias

Anónimo dijo...

Por supuesto, todos tenemos derecho a soñar, tanto despiertos como dormidos, y especialmente cuando estamos dormidos tenemos derecho a saber interpretar nuestros sueños, por ejemplo aquí, porque así nos conoceremos a nosotros mismos.