La Tómbola de Cáritas

Ahora que se nos echan encima los Sanfermines y que es imposible no escuchar los "cantos de sirena" de los más forofos de las fiestas, a mi me apetece escribir aquí, como no podía ser de otra manera, de algo social y solidario. Y qué mejor ejemplo que la Tómbola de Cáritas. Y es que la Tómbola de esta institución social, ligada a la Iglesia católica pero que echa una mano a cuantos lo necesitan -hoy, demasiados, me temo-. al margen de credos e ideologías, forma parte del paisaje sanferminero. Yo al menos la recuerdo de siempre y ya he pasado los cuarenta.


La tómbola en los 80. FOTO: MENA

Me recuerdo a mi misma, falda blanca tableada, pañuelico rojo, boina roja (¡aún se llevaban!) y las alpargatas cuyas cintas rojas no dejaban de resbalarse piernas abajo -qué lata...-, todavía tan enana que no llegaba a alcanzar a ver por encima del mostrador donde se compran los boletos, esperando que mi padre se hiciera con unos cuantos para que mi madre, mi hermano y yo -los otros dos que tengo hoy aún no habían nacido...- los abriéramos, nerviosos, a ver si tocaba algo. Antes, como ahora, los que más tocaban, lógicamente, eran los de "Sorteo..." y hay que ver qué decepción al abrir un boleto y ver la dichosa palabreja. Mi padre volvía a comprar -al fin y al cabo era por una buena causa, como sigue siendo hoy- y al final siempre acababa tocando alguna cosa, a veces utensilios de lo más variopintos.


Otro recuerdo está ligado a mi abuela paterna -a quien por desgracia perdí muy pronto-. Cuando venía a Pamplona desde Marcilla en Sanfermines me encantaba acompañarla y también solíamos parar en la Tómbola, cómo no. Luego nos sentábamos en un banco del Paseo Valencia -así hemos llamado  muchos pamploneses siempre al Paseo Sarasate-, a la sombra de los árboles. Por cierto, recuerdo el susto que nos llevamos cuando se produjeron los graves incidentes del año 1978; mi abuela había subido esa tarde al centro junto con un familiar. Y claro, entonces los teléfonos móviles no existían... Hasta que no volvió sana y salva a nuestra casa no respiramos, qué miedo.

Más adelante, años después, la escena de la Tómbola se volvió a repetir pero al revés. Yo era la madre que compraba los boletos, y mi hijo, el enano de rojo y blanco que esperaba impaciente para abrirlos. Y como en aquel ayer, el enano -ahora ya todo un hombre, cómo pasa el tiempo-, protestaba cada vez que salía la palabra de marras: "Sorteo...". Aunque entonces estaban también las de sumar puntos, que ya era algo, o por lo menos, mejor que nada. Y qué emoción la del niño cuando tocaba; por cierto casi siempre resultaban premiados los boletos que abría él y bien que me lo restregaba luego.

En ambas escenas, separadas en el tiempo, la Tómbola se me antoja prácticamente igualita. Por supuesto, que ha mejorado su "fisonomía" y todo eso, pero en su esencia, sigue siendo la misma. O al menos yo la veo y la siento así. También, siempre atendida por un montón de voluntarios que le dedican su tiempo. Y entonces, como ahora, siempre pensé y pienso que comprar boletos era y es un dinero bien invertido: en solidaridad con los más desfavorecidos. Vamos, que no todo se va a quedar en el atuendo sanferminero, las barracas, el calimotxo y las juergas nocturnas...


Inauguración de la tómbola de este año. FOTO: JAVIER SESMA

Y que conste que quien escribe estas líneas es, tengo que reconocerlo, absolutamente negada para los juegos. No me gustan las cartas, ni los bingos, ni las loterías... Dominó y ajedrez, bueno. El billar, en tiempos tampoco estaba mal. Los videojuegos modernos, lo siento, pero qué aburrimiento. Como mucho, de vez en cuando compro algún cupón de la ONCE -ya que también tienen un fin social- y algún décimo de lotería de Navidad -el que se coge en el curro, no vaya a ser que les toque a todos menos a mí...-.

Así que si yo les digo que vayan a la Tómbola de Cáritas y compren boletos... lo digo y lo afirmo con todas las letras, porque de verdad que el dinero va a un buen fin. Que toque un coche -¡qué ilusión debe hacer!, o, más probable, un juego de sartenes, unas galletas o un peluche feotón... es lo de menos.









5 comentarios:

mateo dijo...

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Xavier dijo...

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joe dijo...

"La Tombola de Caritas is not just a game of chance; it's a beautiful manifestation of community spirit and generosity. Through each ticket purchased, we're not only embracing the thrill of possibly winning, but also extending a helping hand to those in need. It's heartening to see how such a simple yet impactful tradition can bring people together for a common cause, reminding us of the power of compassion and solidarity. Let's continue to support initiatives like La Tombola de Caritas, where every number called out is a symbol of hope and solidarity for a brighter future."


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lucask110198 dijo...

A delightful charity event, La Tómbola de Cáritas unites traditional entertainment with a worthy purpose. Every year, it provides a fun-filled lineup of games, food vendors, and entertainment to benefit Cáritas' humanitarian activities. Families and friends are getting together for a fun-filled day of giving to those in need, creating a joyful atmosphere. Everything from live music to raffles is available to suit all tastes. Additionally, the money raised goes directly toward supporting Cáritas' work to support families and vulnerable individuals. La Tómbola de Cáritas is a prime illustration of kindness and camaraderie in action.
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